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Madre Asháninka,2022,Canon EOS 200D
A finales del siglo XX, la fotografía vivió una de sus transformaciones más profundas desde la invención del rollo. En 1975, Kodak desarrolló el primer prototipo de cámara digital: un dispositivo experimental que registraba imágenes mediante un sensor CCD de apenas 0,01 megapíxeles y las almacenaba en una cinta de casete. Aunque primitivo, este invento inauguró una nueva era en la que la luz dejaría de fijarse sobre emulsiones químicas para convertirse en información digital.
La Canon R6 representa esa evolución. Equipada con un sensor full frame de 20 megapíxeles optimizado para rendimiento en condiciones extremas, ofrece un rango dinámico amplio. Su sistema Dual Pixel CMOS AF II es rápido, preciso y capaz de detectar rostros, ojos y cuerpos con una fiabilidad sorprendente. La estabilización integrada de hasta 8 pasos permite disparar a mano alzada con una libertad impensable en generaciones anteriores.
Durante los años 90, marcas como Sony, Nikon y Canon comenzaron a perfeccionar sensores más sensibles y sistemas de procesado capaces de replicar —y con el tiempo superar— la fidelidad del negativo. La llegada del estándar DSLR consolidó el uso del formato digital en el ámbito profesional, y los avances en capacidad de almacenamiento, rango dinámico y rendimiento en baja luz terminaron por convertirlo en el nuevo lenguaje universal de la imagen.
La última gran revolución llegó con las cámaras sin espejo. Al eliminar el sistema réflex, se redujo el tamaño del cuerpo, mejoró la estabilización y se agilizó el enfoque automático. Este salto tecnológico permitió fusionar la precisión del mundo digital con la inmediatez y ligereza del diseño contemporáneo.
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